24/04/01
Bienvenidos a Rossland, la tierra
donde los blue meanies ni siquiera se atreven a entrar. Sorprendidos
como andan ante la muy acertada evolución de su astro rey: Juan
Antonio Ross. Y es que, efectivamente, Rossland
es el mejor trabajo (y son ya tres álbumes y varios cortos) de la
factoría Ross.
Afirmación nada gratuíta,
por más que en la citada fábrica siempre anduvieran bien
surtidos de talento armónico, de melodías sugerentes entremezcladas
con arrebatos de poder guitarrero, de aptitud vocal y variado muestrario
de registros. Mas en esta ocasión se han superado a sí mismos.
En cuanto a composición, frondosidad y riqueza de arreglos, transmisión
de emociones (sí, Rossland es
un disco más emocional, lo que en absoluto quiere decir que sea
menos pop) y también en cuanto a sonido y producción, ciertamente
notables.
Todo parece devenir ahora más
fluido en la galaxia Ross, ya hablemos de esas canciones de pop
dulce-melancólico que tan bien le quedan (Cosmography),
de la suavidad electroacústica con final hipnótico
de Sleeplessness, de la sensibilidad
un tanto screamadelica de Psychocellos,
del preciosismo ligeramente power de Smoking
control o de esa enorme Nothing
for happiness que, de acuerdo, podría venir firmada
por el mejor McCartney.
Pero la firma Ross, quien siempre
bajo un halo de pop psicodélico, entrega un disco sabroso,
variado (con frecuentes cambios de intensidad, armonía, textura
y hasta 'peso' instrumental) y del todo recomendable.
Nota: Las primeras 500 copias
de Rossland incluyen un cupón
para recibir un CD gratuíto con inéditos de Schwarz
y el propio Ross.
Rossland se publica hoy en el
sello: Sandwich
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